Pongámos un ejemplo para que quede más claro. Supón que un día te levantas con la decisión firme de ir a escalar una montaña, cabe destacar que no tienes ni idea de cómo hacerlo porque lo más alto que has subido es a la azotea de tu casa, pero como eres todo un aventurero ahí vas, llegas, ves la montaña y dices “no puede ser tan difícil” comienzas a subir, te pierdes, oyes a los animales acercarse, lloras de miedo y te das cuenta que llevas sólo media hora caminando, entonces, se te ocurre la gran idea de contratar a un escalador profesional, él conoce la montaña, las técnicas y te va a llevar a la cima de la mano si es necesario, quizá llegues con raspones o te tropieces con alguna piedra pero al final verás la recompensa y estarás listo para escalar otra montaña si así lo deseas.

Así es el papel del psicólogo en tu vida, si tienes algún problema que crees que no puedes manejar, si algo no va bien en tu vida, si estás a punto de cortarte la vena con galleta de animalito (real o figuradamente), la persona que puede ayudarte a entender el ¿por qué? y ¿cómo salir de ahí? es el psicólogo, él conoce las herramientas para ayudarte a entenderte, no es un proceso mágico, es ciencia y aunque lleva su tiempo da resultados maravillosos y un día te das cuenta que tienes el control de tu vida, que ya conoces la montaña, entiendes sus dificultades, predices si el tiempo es propicio o no, sabes subir y bajar de ella y controlar las posibles fallas o accidentes.